jueves, 15 de abril de 2010

Panorama interior: Grasso en Granada

Hace pocas semanas tuvimos la fortuna de recibir al Procuratore Nazional Anti Mafia de Italia, Pietro Grasso: Acompañado del Magistrado Pier Luigi Dell´Oso, nos ofrecieron, de forma totalmente desinteresada, una esencial conferencia  tras la invitación del Aula de Estudios Jurídicos Luis Portero sobre la relación de la mafia con la actividad económica bajo el título, que tuve el placer de sugerirle, El futuro de la mafia.
Me resultó especialmente grato el ambiente que reinaba en la Facultad de Derecho. Al margen de las inevitables medidas de seguridad, en un aula de conferencias repleta, se extendía un silencio respetuoso entre los estudiantes, profesionales y toda clase de ciudadanos que acudieron sin estridencias a comprobar el ejemplo de quienes aún siguen creyendo en la victoria del Estado de Derecho sobre el crimen organizado. Sin una publicidad excesiva, sin recurrir a cualquier argumento distinto de la normalidad; estos excelentes juristas, acompañados por Jesús Santos Alonso, nuestro Magistrado de Enlace en Roma, nos ofrecieron una memorable síntesis de esta tragedia centenaria: Tras la victoria "militar" de las fuerzas policiales, ahora la batalla contra la mafia se libra en el campo de la economía. Sobre este nuevo escenario la solución es fácil: Quitar las astronómicas sumas de dinero que produce la industria del crimen. Pero el problema, mucho más que difícil, es encontrarlo sobre una extensa maraña de intereses que aún no podemos desenredar.
Los paraísos fiscales están más próximos, todavía, que el cielo de los antiguos y la inercia de nuestro sistema no consigue superar la enorme ambigüedad de muchas entidades de crédito e inversión que conviven junto a nosotros y hasta reciben nuestras tímidas nóminas para convencernos, a veces, de su  peculiar bondad. La sociedad no es consciente del riesgo que comporta todo este desorden de ambiciones e impunidad. Al margen de la agresión de bienes eminentemente personales, la gran fuerza de este fenómeno es la capacidad de dañar, más que la propiedad, el orden socioeconómico que sostiene nuestra convivencia y que presenta, ahora más que nunca, una clamorosa fragilidad.
En estos años de crisis pocos se atreven a conjugar esta magnitud con el crimen. Sin embargo, hay demasiadas evidencias de tan siniestra hermandad. Escuchar a Grasso con atención es  admirar su esfuerzo y contemplar lo alejado que queda el verdadero camino que debemos seguir.