sábado, 23 de octubre de 2010

Panorama exterior: El Inca Garcilaso

Por medio de la Facultad de Derecho de la Universidad de Granada, recibo la amable e imprevista visita del Dr. Luis Cervantes Liñán, Rector de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega de Lima. Siempre resulta placentero mostrar el equilibrado patio de nuestra Real Chancillería a quien llega desde la América hispánica para buscar la ruta vital del gran escritor del Cuzco. Me comenta el profesor Juan Alfredo Bellón que, salvo en Sevilla, despiertan poco interés en España los primeros escritores mestizos. Siendo el mestizaje profundamente español, resulta ingrata esta carencia que aún estamos a tiempo de corregir, alineando la obra del Inca Garcilaso con la de otros grandes escritores de la época. Quizá por ello quiso el azar que muriera precisamente en 1616.
La peripecia vital de Gonzalo, hijo de un capitán extremeño y de la ñusta Chimpu Ocllo, es prodigiosa y poco conocida por el público y diría que hasta poco apreciada por el estudioso, salvo aquellos pacientes especialistas que encontraron en su obra tantas y tan diversas fuentes para el deleite intelectual. Sólo en las primeras páginas de sus famosos Comentarios Reales demuestra la fortaleza de sus convicciones y la profunda inquietud por adelantarse a su tiempo cuando aclara que el Descubrimiento no fue un proceso unilateral sino que no hay más que un mundo, y aunque llamamos Mundo Viejo y Mundo Nuevo, es por haberse descubierto aquel nuevamente para nosotros, y no porque sean dos, sino todo uno. Y a los que todavía imaginaren que hay muchos mundos, no hay para que responderles, sino que se estén en sus heréticas imaginaciones hasta que en el inferno se desengañen dellas.
Parece obligatorio su conocimiento y frecuente su cita para quien pretenda entender como es debido los lazos que sostienen la relación americana de España. Cuando festejamos la justa concesión del Premio Nobel a Mario Vargas Llosa y se recuerda su doble condición de español y peruano, me sorprende que nadie recuerde la figura extraordinaria de quien, como reza su lápida sepulcral en la Catedral del Córdoba, fuera varón insigne, perito en letras y valiente en armas. Ojala su nombre ilumine el esperado discurso  de agradecimiento del ocurrente y brillante Maestro de Arequipa.