jueves, 9 de diciembre de 2010

Panorama exterior: Catálogo de cooptaciones

Cooptar es un verbo transitivo escasamente utilizado en la actualidad que significa llenar las vacantes que se producen en el seno de una corporación mediante el voto de los integrantes de ella. Algunos documentos recientes asocian la cooptación con la corrupción de la vida pública en tanto otros, quizá minoritarios, valoran el aspecto positivo que guarda una fórmula selectiva independiente que resultaba decisiva, por ejemplo, en la Roma clásica para el ascenso en el cursus honorum. Una sociedad como aquella, completamente obsesionada con el prestigio social, necesariamente tenía que corromperse, tarde o temprano, por la maraña de zafios intereses tejida alrededor de los atributos del poder que terminan por ser más importante que el poder mismo que acaba ejerciéndose por unos pocos cortesanos  sin principios o por guardias pretorianos llenos de avaricia y violencia.
La cooptación solo es apropiada si busca la excelencia, la capacidad de encarnar aquellos valores que la corporación encarna y por eso, este marco referencial se convierte en la clave para juzgar las acciones de esta naturaleza. Cuando una determinada corporación académica, por ejemplo, procura el concurso de los mejores filántropos de su entorno, no cabe duda que acertará. Cuando un colectivo laboral, social o de cualquier otra índole, sin embargo, establece un turno desquiciado y  riguroso para  empobrecer la libertad y seguir repartiendo entre muy pocos un elevado arancel, ha sembrado la semilla de la corrupción y la desigualdad.
Todo Gobierno virtuoso debiera mostrar a sus ciudadanos un catálogo actualizado de las cooptaciones legalmente establecidas y vigentes. La aparición del conflicto, en tales casos, podría cifrarse con mucha exactitud y la percepción de los valores ausentes, esos tan necesarios en esta crisis moral que algunos quieren llamar económica, situaría a cada colectivo en su sitio desde muy pronto. Los ciudadanos  podrían subir fácilmente, cuando menos, el primer escalón que sirve para afrontar con garantías los más graves problemas sociales que no es otro que el escalón de la simple reprobación moral.