lunes, 14 de marzo de 2011

Panorama exterior: Música contra la desolación

Apresuradamente, leo en la red que el gran compositor Ryuichi Sakamoto (Tokio, 1952) compone un tema como homenaje a las víctimas de los últimos terremotos de Sendai. No estoy muy seguro pero, en todo caso, es algo que debiera hacer para demostrar su pasión por el mundo quien ha sabido beber en las secretas fuentes de tantos continentes. Pocos compositores han encendido como él la fibra más sensible de la emoción, con una rotundidad y acierto tan sobrecogedores que solo es el paso del tiempo quien esculpe pacientemente esta página, por su permanencia y por su brillantez, de la mejor música contemporánea.
Creo que la emoción ha salvado nuestro fin de siglo de no pocas calamidades. En otro tiempo, ese lejano tiempo de mis padres y abuelas, la demostración de las emociones contaba con cauces demasiado rígidos y hasta falsos, un panorama desalentador que vaciaba de su verdadero sentido a las palabras, es decir, las vaciaba de la verdad que atesoraban como los pardos nimbos de otoño que navegan por los cielos atesoran largas tardes de lluvia.
Mi devoción por la música, en ocasiones irregular, de Sakamoto me devuelve a los años en los que Nagisa Oshima (Kyoto, 1932) le encargara la deslumbrante banda sonora de "Feliz Navidad, Mr. Lawrence" (1983) y lo llevara a la fama y reconocimiento internacional su conocida y tantas veces versionada Forbbidem Colours. Ahora comprendo, al recordar su sorprendente partitura, que sólo la música, ni siquiera la poderosa imagen o la infeliz palabra, tienen fuerza suficiente para describir la emoción de esa desolación completa que ha generado la insolencia del mar en la delicada costa este de la isla de Honshu.
Todos los paisajes han sido varias veces desolados o, como nos indicara Eliot, todas las casas yacen bajo el mar. El problema de la desolación no es el paisaje: Es el paisaje del alma el que debe mantener los andamios de la ilusión alzados cara al futuro y esta es la compleja labor, tan memorable y difícil, la que se ha encargado al genio de Sakamoto. Estoy seguro de que no me defraudará. Siempre supo albergar bajo el mismo techo el alma del nipón y el corazón viajero que descubre su mundo desde el lejano occidente.