viernes, 13 de abril de 2012

Panorama interior: El crédito infinito

Las carencias materiales son muchas veces tan leales y pegajosas como el olvido. En estos abundantes y ciegos pastos de agitación social que comienzan a calentarse con el ingrato sol de la especulación y la crisis, la lectura azarosa nos depara alguna que otra sorpresa que siempre conviene reseñar para promover una reflexión más profunda. Francisco Pi y Margall, aquel federalista radical al que siempre ha redimido su absoluta honestidad y buen juicio (se puede tener muy buen juicio y estar equivocado), lo dejó escrito hacia 1854 en una de sus obras más conocidas y personales, La reacción y la revolución, obra tan decisiva en su tiempo como apenas difundida en la actualidad donde analiza la política y administración españolas.
"Seis siglos hace ya que España vive sobre el trabajo de las generaciones venideras; seis siglos que conoce la deuda y los intereses perpetuos". Así comienza el meditado capítulo que dedica a la pesada losa de la Deuda del Estado, donde, algunas líneas más tarde, se pregunta con tristeza: "A este paso ¿no es muy de temer que la deuda absorba en pocos años la mitad de los ingresos del Tesoro?"
La lucidez siempre nos permite vislumbrar el problema y advertir el perímetro que lo circunda. Cosa distinta es que acierten las palabras que siguen a una imagen certera y encuentren una solución que nos convenza y proteja. Esta sabia claridad la debemos al filósofo y jurista barcelonés aunque no compartamos esa ingenuidad de los audaces radicales de su tiempo. "La falta de los gobiernos no consiste tanto en contraer empréstitos, como en esperar a contraerlos en épocas de trastornos y apuros, cuando más resentido está su crédito".
Su larga admonición parece la del buen padre de familia que procura corregir los excesos de la juventud irresponsable. Busquemos y escuchemos estas voces desde el rubor y respeto de nuestra ignorancia.