lunes, 6 de enero de 2014

Poema

El Prisionero

Recuerdo en año nuevo mis viajes
y mi cautiverio. El prisionero
se traslada muy lejos pero guarda
una celda prendida de su pecho
que lo encierra aunque cruce
lejanos territorios y hasta ocasos.
Esa celda invisible guarda el tiempo
de sus preocupaciones, una venda
que aparta de sus ojos el camino,
una experiencia ingrata
que vierte soledad
y reduce la vida
al deber por cumplir y a sus peligros.
En cada paso un riesgo innecesario,
en cada atardecer una derrota
y en el insomne amanecer percibe
solo un lento presagio. Yo confieso
que he viajado apresado en mi destino
y contado ambicioso
las horas que faltaban al regreso.
He sido el funcionario preocupado
por sus tristes deberes
en Panamá, en La Habana,
en ciudades de África,
cruzando la Toscana o los Balcanes,
en lugares agrestes que me hacían
mejor y más pequeño, señalando
el indolente rumbo
de las obligaciones que se abrían
como heridas antiguas
en los viejos pasillos de las noches.
Yo no supe viajar para ser libre.
No aproveché esos años. Crucé el mundo,
mantuve la inquietud, no tuve miedo,
aprendí mas que hallé, fui responsable
y desprecié riquezas, me contuve

y tendré una vejez mísera y dulce.